García Tejero. Francisco
        [967] (1825-1909)

 
   
 

   Fundador de las "Filipenses Hijas de María Dolorosa", en 1865; y de las "Misioneras de la Doctrina Cristiana" en 1878. Fue hombre lleno de ternura humana y de celo apostólico, digno discípulo de S. Felipe Neri.
   Le tocó conocer la persecu­ción y la miseria, el dolor de los indigen­tes y la crueldad de los poderosos, la soledad de los que se entregan a Dios y el ajetreo de los que cargan sobre sus hombros las miserias de los abandonados de la tierra y de las víctimas de la injusticia. Toda su vida sacerdotal estuvo llena de afanes samaritanos ante los más débiles, en aquella Sevilla del siglo XIX tan propensa a las discriminaciones y a la nostalgia, a las envidias y tensiones, a las limosnas convencionales para suplir las pobrezas estructurales.
   Las muchachas abandonadas y explotadas fueron las primeras que hirieron su corazón sensible, sobre todo al contemplar cómo se derrumbaban sus cuerpos explotados por el vicio de los lujuriosos y cómo se arruinaban sus almas hundidas en la ignorancia. Para ellas organizó un Instituto de acogida y logró que surgiera una Congregación benemérita de "Filipenses Hijas de María Dolorosa".
   Fue clarividente para descubrir que lo importante no era redimir cautivas, cuan­do ya estaban atenazadas por el mal, sino que había otra cosa más urgente y prioritaria, como el buscar caminos para prevenir, fortalecer, proyectar al futuro por medio de una buena educación.
   Y con este ideal organizó las "Misione­ras de la Doctrina cristiana", para predis­poner hacia el bien, para evitar el camino del mal, para dar fortaleza a las muchachas antes de que fuera tarde.
   Nació en 1825 en Garray, cerca de Soria. La humildad de sus padres y la prema­tura orfandad le obligaron al trabajo desde los primeros años. En 1843 el párroco de Fuentes de Andalucía, donde vivió, le orientó al sacerdocio.
   En 1846 seguía ya cursos en la Universidad Literaria de Sevilla, en donde vivió de sus ahorros. Halló ayuda en un sacerdote caritativo. En 1851, el 20 de Septiembre, recibió la ordenación sacerdotal. Ingresó luego en la Congregación de los Oratorianos.
   En la revolución y persecución de 1854 tuvo que dejar la casa y se instaló en La Parroquia de S. Roque, a las afueras de Sevilla. Allí se entregó a cuidar a los marginados y pobres de los Corrales. Juntó a catequistas y personas compasivas que ayudaran con sus recur­sos en la asistencia a los marginados.
   En 1859 comenzó a buscar medios de liberar a las muchas prostitutas que pulu­laban por Sevilla. Con sus catequistas, preparó un hogar de acogida para las Arrepentidas. El 22 con las primeras jóvenes que se ofrecieron  para vivir en comunidad con las acogidas, comenzó el germen de las "Filipenses Hijas de María Doloro­sa".
  En 1860 la joven Dolores Márquez, de holgada posición, se entregó a la tarea y se salvó la obra a punto de hundirse por abandono de las anteriores. Tuvo dificultades con su Instituto de Oratorianos, pues algunos Padre no asumían su tipo de apostolado. En 1864 se inició la vida de Comunidad de las Hermanas y en 1865 ya estaban reconocidas como Congregación por el Cardenal de Sevilla.
  
 
 
 

 

 

   

 

 

 

 

 

En la Revolución de 1868 el Gobierno se incautó de los edificios de los Oratorianos. Tuvo que refugiarse en Gibraltar. Regresó clandestinamente al caer enfer­mo y se escondió en casa de un sacer­dote amigo en Sevilla.
   En 1875 inició con una dirigida suya, Mercedes Trullas, otro Instituto para aten­der a los niños abandonados que tam­bién abundaban en la localidad. Pronto se formó en torno a Mercedes un grupo de catequistas, germen del Instituto de "Misioneras de la Doctrina Cristiana", que en 1878 estaban ya organizadas y fueron protegidas por el Párroco Marcelo Spínola, luego Arzobispo de Sevilla.
   En 1879 se inició el primer Colegio, con clases diurnas y nocturnas, recibién­dose a pensión algunas niñas para ayudar a sostener la Obra. En 1880 el Car­denal Joaquín Lluch y Garriga, Arzobispo de Sevilla, aprobó las Constituciones de las Hermanas.
   En 1897 se recibió la aprobación de Roma para las "Hijas de María Dolorosa y de S. Felipe Neri". Y en 1900 una Real Orden dio existencia legal a las "Hermanas de la Doctrina Cristiana". En 1909, el 8 de Diciembre, falleció el piadoso y celoso P. García Tejero
   Entre los libros que dejaba escritos merecen recordarse "Las Prácticas para las Congregaciones de catequistas", "Las Constituciones de las Hermanas de la Doctrina Cristiana" y su "Autobiografía."